domingo, 1 de marzo de 2015

LA CHICA DE LA KALASNIKEV



  Y ella me mira, con esa mirada fría y profunda que me transporta, secretamente, al paraíso. Inconsciente, sumida en sus pensamientos autodestructivos de su mundo interior, Marina parece escrutarme intensamente, haciendo una radiografía mental de todas mis frustraciones y flaquezas, pero yo sonrío; abrumado ante su belleza y su locura. No puedo bajar la guardia, me siento atrapado; desnudo, ¡me tiene en su poder...! Para los demás, incluido su hermano, es solo una loca, "Manuel estás muy callado, ¿tienes miedo?", dice mi amigo desde el volante, "no" respondo, "claro que no", dice Marina; desafiante... Tengo miedo, real, de una kalasnikev de juguete, de una mueca cubierta por un pañuelo, de unos ojos negros provocadores. De una muchacha independiente... hambrienta de emociones demasiado elevadas; ¡de aventuras pasiones novelas...!, que el mundo no puede ofrecer. Siempre me han caído bien los locos, tal vez porque, en lo más íntimo de mi ser, les tenga envidia, se posicionan por encima de los convencionalismos de las apariencias, de los deberes morales, ¡son libres!, vuelan con su imaginación por un mundo mejor sostenidos por una firme voluntad.

  Marina es completamente dueña de su destino.

  Y mi bello secreto coge la kalasnikev con firmeza... apuntando hacia mi frente como a una diana, y susurra: "tengo que vigilarle. Si no lo hago se pudrirá en la realidad...".