sábado, 7 de agosto de 2010

EL REENCUENTRO




  Oigo sus pasos cruzando el estrecho callejón, ahora sube los peldaños, despacito, pero de dos en dos. Pronto estará aquí. ¡Ya está!

  Se ha puesto frente a mí, sólo lo ilumina el claro de luna que se filtra por la única ventana del cuarto. Pero lo veo todo. Sus labios rígidos ceden a la mirada todo el calor de su sexo, de su deseo por mí.

- Y bien, aquí estoy.
- Sí ya lo veo.

  Somos parcos en palabras, no nos llevamos bien, no nos entendemos. Pero necesitamos comernos el uno al otro, respirar el mismo aire; ansío su aroma y ansío su sexo. La boca se me hace agua, aunque nuestros sentimientos, como nuestra conversación, son toscos, desganados. El fuego está dentro, necesita la frialdad para poder actuar, ¡morder, exhalar!,enardecer, sublevar... desvanecer...
  Me acerco a él y le doy un beso. Pero él introduce la lengua y ya no nos separamos. Así, de pié, siento todo su cuerpo quebrar contra el mío. Siento su abrazo; cálido, fuerte, apasionado...

  ¡De repente!, me coge en brazos y me posa sobre la cama. Con suavidad, con dulzura... Contenido, empieza a rozar sus labios por mi cuello. A medida que va bajando sus besos son más intensos; más húmedos...

  Lo cojo por el pelo y lo atraigo hasta mis labios, nos besamos con vehemencia. Le voy quitando la ropa con cierta violencia... Él se deja hacer y sigue discreto, elegante en sus movimientos; pero ya no en su azarosa respiración.

  Ahora soy yo la que se contiene. El espera mi entrega completa, pero no se la ofrezco. Entonces él empieza a desnudarme, despacio. Me adora sin apenas tocar, me repasa con la mirada. ¡Se abalanza sobre mi vientre!, mi cintura...

  Vamos perdiendo la compostura poco a poco...

  Un abrazo más fuerte de lo debido; un lametón que degusta su aroma; sus intrépidas manos moldeando mi figura...

  Ahora llegan los mordiscos, indoloros, se confunden con los labios; me oprime el pecho con sus manos, pellizco sus pezones, duros, me amasa las nalgas... Su fuerte pecho cae sobre mí, ¡siento su vigoroso y jadeante cuerpo restregarse por mi piel!, ¡me atrae hacia sí! Me arrastra con él al otro lado de la cama baja la lengua por mi espalda, ¡por mis muslos...! Ya soy toda suya, ¡sólo suya...!

  Y la razón se escapó por la ventana, sólo existe nuestro amor nuestros cuerpos vibrantes, ¡nuestro vicio...!

  Me penetra... una vez... otra, sube y baja sobre mí, ¡sin descanso...!

  ¡Sí...!

- Basta
- No
- ¡Basta!
- ¡No!
- Te amo
- ¡Te amo!

  ¡Chillo de placer forcejeo me retuerzo!, nuestras miradas se penetran perturbadas de deseo, ¡me muerde...!

  El frenético baile de nuestros cuerpos desnudos, ¡me muero...!

  Y seguimos, ¡seguimos irrefrenables!, ya no es posible el silencio, ¡el placer lo envuelve todo...!

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  Con este ritmo salvaje nos sorprende el gallo.

  Nuestras miradas todavía relumbran por el fuego de la noche. Nos besamos innumerables veces. Sonreimos. Nos abrazamos. Hablamos de tonterías.

  Todo el fin de semana de amor, es lunes y tiene que partir; le han mandado a Melilla por el tema de la llegada de los príncipes, es militar. De todas formas él es de Cartagena. Yo funcionaria, en Valencia.

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  Y, una vez en su ausencia, regresa la larga espera, el fuego perpetuo... su mirada, lejana, clavada en mi mente...






LOS PECES




  El tic-tac metálico de las manecillas entrelazadas rompen el compás de la tarde mortecina y ruin.
El devenir de sus pasiones y desaries; son contrapunto violento frente a la vacuidad de ideas.
Marcan el principio y el fin de una jornada repleta de nada en la ignominia de una tarde usurpada.
De una tarde urdida en la desoladora y azarosa Necesidad.

  Transcurre el tiempo, terco y mudo, en un devenir de contradicciones;
ansiosas por devorar y absorber cada milésima de su sustanciosa sangría.
Un segundo de esperanza, un minuto de gloria...Una hora de sueños rotos, ¡ya inalcanzables!;
apenas percibidos en el inmenso, ansioso, afán.

  Y transcurre las milésimas meticulosamente.
Crueles. Trazan cometas malignos que no se elevan ante la Libertad;sólo planean ras de suelo.
Zigzagueando por el lodo de las desgracias evocadas por esta hora raptada.
En esta tarde violada.






viernes, 6 de agosto de 2010

SOBRE LA AUTORA




  Mi nombre es Laura Gomila Doménech, nací por el año 1979 en Madrid, aunque he vivido gran parte de mi infancia en Barcelona. Mi juventud entre Madrid y Segovia y mi madurez, que está aún por llegar, a saber dónde... Me gustaría que fuera en Gijón. He vivido tres parejas. Y lo que más valoro es: la familia; los amigos; el amor propio.

  Esto no es la típica biografía porque yo tampoco soy la "típica escritora"; en realidad sólo me considero una aficionada. Se tiene que tener una imaginación prolífica, una escritura intachable y amplia cultura para ser escritor; para mí, no basta con escribir un libro. Y lo más importante: capacidad para transmitir sensaciones, sentimientos, algo que revuelva al lector... Puesto que hay escritores con una gramática y vocabulario envidiables que carecen de eso, y viceversa.

  Dicho esto, esta humilde servidora se conformaría con entretener. Es mi afición; pues vivo de trabajo mileurista, contrato basura y alguna que otra cosilla por cuenta propia. Mis estudios son el Bachiller y un curso de Educación Infantil. ¡Ey... pero gané un premio infantil de cuentos el día de Sant Jordi! (esto último seguro que me consagra).

  De todas formas lo importante son las historias, así que si tras leer esta interesante biografía literaria alguno sale huyendo siempre tendrá "El Quijote", que fue escrito por alguien con reconocimiento. Muy merecido, por otra parte.

  Un saludo: L.